17 de febrero de 2012

Vida, hoy.

LAS BESTIAS MALDITAS III
Sentados, tomados de la mano, pude respirar el oxígeno que nos brindaba ese lugar, el calor nos envolvía como una nube de neblina bajando a lo alto de los cerros, en ese momento lo único que quise fue vivir, y no pensar en el ayer ni en el mañana. Tampoco quería alargar el momento al infinito, sólo quería vivirlo, y respirar el tiempo segundo a segundo. Así fue hasta que la realidad se tornó rara, borrosa y cálida, pero a la vez era perfecta.

Inmerso estaba cuando la revelación me golpeó como una bofetada de aire, me ví a mi mismo en días pasados abrazado al futuro con tanta seguridad que no veía lo etéreo de su cuerpo, así pasé mucho tiempo hasta que un buen día voló, desapareció y caí de frente. Esa caída me regreso a mi lugar en la tierra de las bestias junto con la mujer que acompañaba. Respiré hondo. Me dispuse a admirar como el ocaso dona su energía al infinito que se encargará de transformarla en un nuevo amanecer. En eso abrí los ojos a que es un proceso infinito y hermoso, que ocurre todos los días en mi mundo, y que jamás nadie se toma el tiempo de admirar.

Al ver tantas cosas me sentí pequeño, insignificante en relación al Universo, y que no no sabía si mañana estaría donde hoy estoy, o si sería quien soy ahora. ¿Que más puedo decir? no recuero más de mis visiones, pero lo que estoy seguro es que aprendí a vivir la vida hoy.

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